Contraponiendose a los días en que Uruguay era el ejemplo de cómo atacar la pandemia, ahora el presidente, es un ausente de lujo.
Quedaron lejos, aquellos días cuando se lo veia» hasta en la sopa».
Tal es el sentir popular que se pregunta: ¿Dónde está el presidente?
Mientras los números alarmantes de casos y muertes por Covid-19, siguen en una meseta alarmante, el presidente brilla por su ausencia.
En cambio, salen actores del gobierno al cruce y a mostrarse ofuscados cuando alguien comenta que hay muertes evitables.
La sensación hacia afuera es que quieren desmarcar al presidente de los costos políticos que traerá aparejado.
En tal sentido, se aplica un discurso contrario a como se actúa.
Por un lado, días atrás, el mismo presidente manifestó que podían haber muertes evitables pero dependía de la gente.
En oposición a esto, declaró que él se hacía cargo de las consecuencias de sus decisiones, cosa que no está haciendo, alude la oposición.
Tal crítica usa la oposición para plasmar la existencia de un doble discurso.
Con todo esto, queda en evidencia que, el gobierno, a pesar de decir que escucha a todos los actores, en realidad , no oye a nadie y se muestra omnipotente.
En el mismo sentido, gran parte de la población considera que la postura del mandatario es, en muchas decisiones, obtusa y lo muestran como un ser narcisista.
Son virales ya, sus comentarios en una entrevista en canal 10, donde entre tantas cosas irrelevantes, manifestó que «tenia un hombrecito dentro que le hablaba».
Lejos está, de aplicar la recomendación de los científicos de blindar mayo y junio.
Sin embargo, da la impresión que se entendió mal y han blindado al presidente de los medios y la opinión pública.