¡Ni olvido, ni perdón!
Estas leyendas se pudieron leer este sábado en el partido de Peñarol/ Villa Española.
En la ocasión, los futbolistas de Villa Española sorprendieron a las camaras desplegando una pancarta. En la misma se pudo leer» ni olvido, ni perdon».
El recordatorio de un clamor y una herida que no logra cerrar, se debió al fallecimiento del dictador, asesino, torturador José » nino» Gabazo.
Junto con la pancarta, se podía leer en camisetas negras: «te fuiste sin hablar, cobarde».
Meses atrás, el reo, había sufrido una peritonitis que obligó a ser operado de urgencia. A la fecha, cumplía prisión domiciliaria por la precariedad de su estado de salud.
Este viernes a la medianoche José Nino Gavazzo registró muerte cerebral a raíz de un accidente cerebrovascular lo que determinó su deceso, horas después.
El represor formó parte de la Oficina III del Servicio de Información de Defensa (SID) durante la dictadura (1973-1985).
Junto a otros militares, llevó a cabo las acciones de represión enmarcadas en el Plan Cóndor; entre ellas, fue responsable del secuestro en Buenos Aires de Simón Riquelo, el hijo de Sara Méndez.
En el año 2009, fue condenado por 28 homicidios especialmente agravados y por el secuestro y desaparición de la ciudadana argentina María Claudia García Irureta Goyena de Gelman —madre de Macarena Gelman— durante la dictadura (1973-1985).
La misma suerte corrieron los militares retirados: Ernesto Avelino Ramas, Gilberto Vázquez, Jorge “Pajarito” Silveira y Ricardo Arab.
Todos estos fueron condenados a 25 años de cárcel por la comisión de 28 delitos de homicidio especialmente agravado.
En el año 2020, la Justicia condenó a Gabazo a 25 años de prisión por «homicidio muy especialmente agravado» por su coautoría del asesinato del maestro Julio Castro en 1977.
Antes de eso, en septiembre de 2017, el Comando del Ejército conformó un tribunal de honor para estudiar su conducta, junto con la de los otros militares implicados en la causa de secuestro y desapariciones forzadas.
En ese tribunal, Gavazzo declaró que, en marzo de 1973, tres meses antes de que comenzara la dictadura cívico militar uruguaya, arrojó al río Negro, el cuerpo de Roberto Gomensoro, quien había estado detenido y torturado en el Grupo de Artillería N.º 1.
Tales declaraciones, en su momento, crearon controversia y diferencias en las fuerzas militares.
Lo cierto es que, en un absoluto silencio, con privilegios castrenses intactos, murio el nefasto personaje, actor principal de la última dictadura uruguaya.
Al menos, ya no se verá esa sonrisa, cada vez que iba a tribunales.